Lo formal-matemático en el concepto del espacio etéreo o negativo -o como se nombra a veces el espacio polar-euclidiano- ya lo conocían los matemáticos puros, solamente que no les interesaba específicamente, ya que no conocían -sin tener en cuenta lo formal- algún contenido que le correspondiera. Pero lo esencial no está en lo puramente formal, sino en entender que esta comprensión de un espacio de tipo completamente diferente iniciada por los matemáticos del siglo XIX, corresponde absolutamente a lo que los ocultistas conocían desde siempre como el secreto de lo etéreo en su aspecto espacial. La geometría moderna parte de aspectos completamente diferentes a los de la geometría clásica, la de Euclides, la que comúnmente se enseña en las escuelas y, como la mayoría de las matemáticas modernas, suele explicarse en forma sumamente abstracta, de modo que incluso los eruditos con vocación matemática no encuentran el camino a lo medular del asunto. El autor trata aquí el tema, pero no de manera académica común, sino a la luz viva de la comprensión antroposófica. En esta comprensión, las cosas surten efecto al corazón humano, en tanto que, de la otra manera, solamente les llamarían la atención a los matemáticos especialistas.